domingo, 9 de junio de 2013

la palabra justa


Juan Carlos García, un hombre justo, de pasos cortitos, mocasines lustrados, un traje perfectamente calzado, corbata meticulosamente bien anudada. Soltero, empleado, de buen comer. Vivía su vida tranquilo, a su manera, disfrutando los pequeños placeres de la vida y sin sobresaltos, la atravesaba calculadamente, sin prisa. Para esto Juan Carlos tenía un secreto... Siempre medía sus palabras, lo hacía con una regla que llevaba llueva o truene consigo en su bolsillo. No hablaba ni de más ni de menos y siempre tenía las palabras justas. Todo iba tranquilamente bien en su vida, hasta que un día Juan Carlos García se encontró cara a cara con el amor, un amor deslumbrante, despampanante, desconcertante, desesperante y desbordante, un amor a mil kilómetros por hora en bicicleta en un camino sinuoso.Y ahí fue cuando la regla empezó a fallar... cada palabra que emitía no era suficiente para llamar la atención de la dama en cuestión. Era un terreno en el que él nunca había incursionado. Pese a que Jazmín -la mujer en cuestión-, era adorable y cada vez que lo veía lo saludaba con simpatía y una sonrisa de oreja a oreja, Juan Carlos nunca podría así enamorarla, no le alcanzaba con sus palabras. El Sr. García se vio obligado a recurrir a un doctor en Letras. Se dirigió al hospital fue atendido por el Dr. Saltarinni, quien al escuchar su problema, colocó su estetoscopio en el pecho de Juan Carlos y le fue indicando que diga las primeras palabras que se le vinieran a la mente. El paciente dijo todo tipo de palabras: largas, cortas, abstractas, intelectuales, felices, tristes, horrorosas y adorables. Lo que pasó fue que el  Doctor Saltarinni le dijo:
- Mirá, Juan Carlos, no te voy a mentir... tus palabras son estupendas, están perfectamente medidas, pero todas son grises.
Acto seguido el Dr. arrebató la regla de Juan Carlos y se la partió en la cara.
- Problema resuelto - dijo.
Juan Carlos aprendió que las palabras no sólo tienen medida, sino que también tienen forma, peso y color. Salió disparado fuera del hospital hacia el amor, en una cascada de palabras coloridas y con diferentes formas, todas llenas de puro sentimiento.

(O Juan Carlos se volvió a comprar una regla y a ésto le sumó una balanza y una muestra de colores de una pinturería)



(Encontrar las palabras justas es mas fácil de lo que parece, basta con escucharse a uno mismo después que la razón haya empañado y enmarañado los más puros sentimientos. Pero a veces cuesta.)

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